Entreactos. Ensayos de filosofía y danza

AUTORA: Ibis Albizu

Entreactos. Ensayos de filosofía y danza

© Ibis Albizu

© Sobre la presente edición: Ediciones Cumbres, 2017

© De la cubierta: Carril Bustamante

© De las imágenes interiores: cedidas por la autora

© Del prólogo: Roger Salas

EDICIONES CUMBRES 

[ BASTET ARTE Y CULTURA SL]

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bastetarteycultura@gmail.com

www.edicionescumbres.com 

Diseño de catálogo: Carril Bustamante

Corrección ortotipográfica: Irene Muñoz Serrulla

Dirección editorial: Mayda Bustamante

ISBN: 978-84-945766-8-3

Depósito legal: M-9593-2017

Impreso en ServicePoint

c/ Salcedo, 2. 28034 Madrid

 


RESEÑA AL LIBRO

Entreactos. Ensayos de filosofía y danza es una invitación a pensar en las profundas raíces conceptuales que envuelven al arte de la danza

 

Este conjunto de ensayos breves, que combina el rigor académico con la ligereza de la prosa, avanza arropando a la danza con la solidez conceptual de la filosofía. Ofreciéndonos una reflexión que abarca aspectos teóricos de relevancia para ambas disciplinas —como la diferencia entre autómatas y bailarines, el paso del clasicismo hegemónico al clásico actual, o la feminidad aparente del ballet y su masculinidad real— esta pluralidad de enfoques se articula como un baile de pareja en el que las problemáticas esenciales de la filosofía y las de la danza bailan armónicamente.

 

Enlazando temas tan aparentemente hete­rogéneos como la guerra y la danza, las fronteras entre el baile y el deporte, la relación entre las matemáticas y el ballet o la notación del movimiento nos permite adentrarnos, como quien mira por un caleidoscopio, en la teoría del arte del cuerpo.

 

PRÓLOGO A LA EDICIÓN

Danza y filosofía, 

a través de una selva obscura

 

Roger Salas  

 

Non pudeat dicere quod non pudeat sentire

Cicerón en Michel de Montaigne

 

No están tan lejos filosofía y danza, como no lo están las matemáticas y la música o el baile mismo y la trigonometría, asunto al que ya Rudolph von Laban prestó mucha atención cuando bocetó una gráfica de esfericidad y nos legó esa gran interrogante entre la geometría del espacio y la voluntad humana de un abarcamiento simbólico a través del expresivo coréutico. La interrogante permanece, junto a todas las grandes preguntas a las que solamente se responde con el estudio, una progresión entre saber y misterios en las que el arte se vuelve charnela o puente conector. 

Laban estudió arquitectura y era un «filósofo amateur», como expresó él mismo en una carta a Hilde Holger. Conozco personalmente varios casos de escritores de danza, analistas o críticos, como se los quiera llamar, que tienen en premisa la formación y el interés por la filosofía. Y cito solamente dos casos: Leonetta Bentivoglio y Alfio Agostini, la primera crítico titular del diario La Repubblica y el segundo director de la revista Balletto Oggi / Ballet2000; lo que destaca en ambos como un elemento más de severa cultura es la calidad de su verbo, la precisión de su escritura. Y esta es la característica que más me atrajo de Ibis Albizu cuando la conocí, en su periodo de doctoranda, cuando la animé, como pude,  a no desfallecer en su voluntad investigadora y en los avatares propios de su potente tesis doctoral, la que le ha merecido elogios y más que merecida premiación. Ya en esas fechas, Ibis escribía crítica de danza y ballet.

Al decir antes que no están tan lejos filosofía y danza quiero precisar que esa distancia se acorta con el empeño intelectual de personas como Bentivoglio, Agostini y Albizu, que hurgan en la voluntad razonada de ordenar la frontera entre los estímulos motivadores y las obras coréuticas. Hay una zona de natural obscura, selva intrincada y cuajada de peligros, donde, a través de una aguda selección de temas, Ibis nos hace penetrar y en ocasiones encontrar la senda expiatoria, para usar un gongorismo, el camino clarificador. Este libro, no por breve menos valioso, es un aperitivo enjundioso de todo lo que nos aportará Albizu en el futuro, en sus publicaciones y en un discurso que se adivina rico y honesto. Para este prólogo, Albizu y el que escribe intercambiamos algunos correos (mucho me habría gustado que fueran «cartas» en el sentido más literal, pero la celeridad de la electrónica nos ha privado de esa otra riqueza que brinda el ya casi obsoleto trasvase epistolar). Con respecto al texto Ibis escribe: «He pensado en titularlo Entre-actos. Ensayos de filosofía y danza. No creo que le ponga ese guión, muy de pedantería heideggeriana, a la palabra “entreacto”, pero la idea del “entreacto” me parece interesante para este libro. Hace mención a un corte o interrupción entre dos actos que tiene un carácter temporal, es decir, que suprime la representación solo momentáneamente. Puede ser considerado una mera distracción del desarrollo de una obra, pero también una oportunidad para hablar de ella. En ese sentido, alude a la distancia necesaria que dicen, dio origen a la filosofía: distanciarse del objeto de estudio para poder hablar objetivamente de él pero, en este caso, bajo una distancia que es solo temporal, pues no pretende perder el contacto directo con la danza, algo que supondría distanciarme de mi formación y de mi visión como espectadora del mundo de la danza en general». Es decir, trata de huir de un figurado anacoluto.

Se reconoce a sí misma la autora como una aprendiza de la escritura, al tiempo que avanza en su tesis y propone, en su riesgo, estos ensayos: «Un “entreacto” es también un “intermedio”, y estos ensayos son intermedios o paradas que iba haciendo de la obra de mi Tesis Doctoral. Aunque son obsesiones que rondaban mi investigación, no cabían en ella: demasiado poco académicas para el lenguaje de la investigación pura, y todavía densas para la crítica o el simple comentario de temas y obras. Son obsesiones que a lo largo de los años fui articulando en cápsulas en forma de ensayo y que tienen también un carácter intermedio en el sentido de que están entre la filosofía y la danza. En ellos fui perfilando temas, midiéndole el pulso al estado de la cuestión (paupérrima en España) y aprendiendo a escribir». 

La respuesta la da la propia Ibis en sus textos, siendo verdad que «un entreacto es en sí mismo corto, como los ensayos que forman el libro. Todos los temas que lo conforman tienen que ver con la teoría de la danza, y forman un pas de deux entre dos disciplinas, el ballet y la filosofía, que pretende ser armonioso y que, por eso, no elude sus problemas y contradicciones, sino que se hace cargo de ellos: la escritura o la notación, la relación entre la abstracción y el cuerpo (matemáticas y danza), las fronteras de la danza (con el deporte, con la guerra…) son algunos de sus temas. Si bien todos tienen como temática a la danza o algún aspecto concreto de ella, todos se articulan desde la filosofía y la reflexión teórica».

Aquí no hay dudas de que ella está en su terreno, que no será nunca una tierra baldía, sino por el contrario, un poso de composta rica en su fermentación y variedad, en lo que será capaz de aportarse a sí misma y a todos los interesados. Esta propuesta hace valer otra verdad lectiva: la crítica no es (no debe ser) mera descripción, aunque se acompañe, a manera de enriquecimiento gráfico, del relato del material objetivo: esa especie de boceto a plumilla del discurrir escénico. La coreología da las herramientas para ello y juega un señero papel, pero a la vez es conciencia y eje de la disección, la refracción prismática, hágase sobre la escuela de pensamiento que se haga, que esa es ya otra cuestión. Y es que quizás en nuestra época, en el momento que nos ha tocado vivir, la danza y el ballet están muy necesitados (probablemente más que nunca) del análisis cientificista y de una voluntad científica, si se me permite esta distinción que va más allá del cairel semántico, pues se escribe demasiado a la ligera y a veces, mal. La filosofía es parte substancial del andamiaje, del esqueleto portador; quizás sea también el arbotante del muro maestro, su equilibrio y el factótum de su trascender. En tal sentido, no hay tampoco ballet abstracto sino de ideas.

Ibis finalmente, a manera de estrambote, me escribió esta frase: «Este libro me parece un aperitivo, algo que se suele hacer en los entreactos: ágil y de fácil digestión». Voy más lejos entonces: será como los intermedios danzados, como aquellas amenas bisagras que están en la misma prehistoria del género, las que idearon Monteverdi y Lully, las que señala Calderón. El lector tiene en sus manos un volumen que a la vez se yergue como decálogo de la seriedad de su autora, de su compromiso y su claridad expositiva, regalando claves y senderos en los que la muy seria interpretación culmina como aliada y condimento del disfrute.

         

Roger Salas  

Torre de los Cuatro Vientos. Invierno y 2017


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MADRID- ESPAÑA