Aunque recibimos en Miami el periódico El País diariamente, no tenemos en sus páginas las críticas de las artes que son habituales en la edición de España. Por eso no vemos impresos los artículos de danza de Roger Salas, que lleva 31 años desempeñando esa función con indudable éxito.
Sin embargo, los aficionados a la danza nos encontramos anualmente con él en el Festival Internacional de Ballet de Miami que dirige Pedro Pablo Peña. Esta vez nos presentó el segundo volumen de una serie de cuatro en la que está recogiendo lo mejor de su producción. Nuestro propio crítico de danza Orlando Taquechel lo entrevistó en el Centro Cultural Hispano de las Artes de Miami.
Papelería sobre la danza (y el ballet), volumen II es el título del libro publicado por Ediciones Cumbres, al cuidado de Mayda Bustamante. Salas tiene un estilo tan ameno en este libro que para todo aquel que se interese en la danza le será un paseo maravilloso por la historia de este arte, y para el que no lo sea una introducción importante.
En este segundo volumen se ha dedicado a seleccionar los escritos sobre los principales artistas, muchas veces los que escribió como obituarios, otras veces como resúmenes de su obra, presentaciones como las que hizo de Edward Villella en Miami al recibir el premio de “Una vida por la danza”, en el Festival de Ballet del 2004.
“Son perfiles, y ensayos, algunos encargados especialmente, pero para el libro había que seleccionar, aunque hay una escasez de literatura sobre el ballet en castellano”, explicó Salas. “Algunos son textos ampliados”.
Al leer su artículo inicial sobre Joaquín Cortés, recordé la entrevista que le hice al bailarín cuando se presentó en Miami y su excepcional destreza y showmanship en el baile del flamenco. Salas lo retrata magistralmente. “No teníamos ningún material escrito sobre él”, dijo. “Y Cortés es muy importante en la renovación de la danza escénica española”.
Muchísimas notas necrológicas constituyen un legado histórico importante. “La inclusión de los obituarios tiene un sentido documental que lo justifica de pleno, pues en todos los casos son producto de una compilación de fuentes muy diversas sobre un personaje determinado y su biobibliografía, lo que nunca se encontraría resumido en la voz de una enciclopedia”, escribió Salas en la Introducción.
Considera en sus escritos que Maya Pliséstkaia es una de las figuras cimeras del ballet del siglo XX en artículo publicado en ocasión de la celebración de sus 80 años. ¿Acaso fue la principal? Otros piensan que ha sido Alicia Alonso. Pero él escoge a varias. Alicia y Maya aparecen en una foto en el Teatro Chaplin en La Habana, 1963, que es parte de las ilustraciones impresionantes de esta edición.
La forma en que dispone los artículos no es cronológica, sino de mayor a menor interés, por ejemplo: Rudolf Nureyev, Alicia Alonso, Carlos Acosta, John Neumeier, John Cranko, Rosella Hightower, Jean Babilée, George Balanchine, Carla Fracci, Nacho Duato, Merce Cunningham, y un etcétera muy largo de nombres que configuran la historia de la danza mundial, lo mismo sea de bailarines que de coreógrafos, porque de ambos se nutre la escena artística. Y dijo que lo había dispuesto así porque quería que fuera interesante la lectura.
“No me fío de la memoria”, comentó, y por eso tiene las copias escritas de todos los ballets, con un baúl de partituras y de anotaciones. En los “Apéndices” del libro exhibe una sección dedicada a las notas “coreológicas”. Es un tema que le interesó mucho a sus alumnos cuando impartió una clase de Historia de la Danza del Máster del Instituto de Ciencias Musicales de la Universidad Complutense de Madrid. Ahí se encuentran datos del siglo XVI hasta el XX impresos en forma de tabla, con el año, el nombre del autor, el de la obra y el país de donde procede. “Lo que vemos en el escenario está tamizado por el tiempo y el desarrollo de la técnica, porque ha habido un manoseo de todo ese material”, anotó Salas en su presentación.
Luego me interesó mucho su tratamiento del tema de Pina Bausch, la coreógrafa alemana. Hace cosas parecidas al hablar de Martha Graham y otros coreógrafos. Escribió además sobre los trajes del ballet. Y comentó en su presentación el tema de “la clase de ballet”. “¿Quién la inventó, quién sustituyó el violín por el piano? Lo único obligatorio es que fuere a las 9 de la mañana. Nos pone en la misma sintonía a todos, es una calistenia que nos calienta el cuerpo, una situación común”, describió Salas. “Hay un carácter casi sacro de la clase de ballet”.
Además, se habló del bailarín estelar cubano en Londres Carlos Acosta y de la presencia de los negros en el ballet. “Fue como romper las cadenas”, dijo de Acosta.
Quiso destacar también la música para ballet con su estudio de La consagración de la primavera, de Igor Stravinsky, que aparece casi al final del libro.
Nada le ha quedado fuera a este mentor de la danza en castellano. Y aún nos queda mucho más, que nos traerá en años próximos para nuestro común beneplácito. Pero también se puede leer su blog de El País, “Por pies”, del que hay una selección en Papelería sobre la danza (y el ballet).•
olconnor@bellsouth.net