REYNALDO GONZÁLEZ Y EL ILUMINADO REINO DE LAS SOMBRAS
Eduardo Blázquez Mateos (URJC)
El libro Insolencias del Barroco es un ensayo sublime alimen- tado por relatos breves, por géneros mezclados que enriquecen este mágico texto que une narración y reflexión. El escritor- creador, Reynaldo González, tiene una trayectoria rigurosa y amplia, repleta de evocaciones poéticas alimentadas por su tra- bajo científico, por su labor como investigador. González nos lleva ante un ciclo humanista desde la poesía pintada.
Uno de los puntos de partida del Libro de Luz, es enmarcarlo en las relaciones de la pintura con la poesía, ut pictura poesis para cada acto. Desde este pilar, la fusión de los géneros amplia la mirada del lector para descubrir a un Humanista, el autor consagrado que relaciona las artes, como el mítico Próspero, que va determinando la representación de un Ciclo iconográfico e iconológico; puede tratarse de la definición de las pinturas murales y al óleo que ilustran su Morada de Soledad, una man- sión alegórica y, en gran medida, casa ultramundana giratoria.
Otro de los frentes y de los caminos es el viaje al reino de las Sombras, itinerario alimentado por la luz de las pinturas del Renacimiento y del Arte Barroco. En el relato aflora el pensa- miento del ilustrado escritor que, como en las Tempestades de Próspero y en su isla-biblioteca, revela la visión de los objetos poetizados, de las escenografías de la mente ante el mito de las ciudades ideales, Venecia ante Roma, ambas fuente de conoci- miento para los monarcas españoles y para Velázquez. Estamos ante un panegírico a la pintura de emociones veneciana como motor de la cultura hispana.
En Dinero, pinceles, crucifijos se presentan los objetos sim- bólicos elaborados desde la pintura flamenca; con la técnica
del óleo, los brillos y las texturas afloran con labor de orfebre, alimentando la alegoría de la Vánitas, la representación del paso del Tiempo que se explica en la lucha de la luz con la pe- numbra, atmósferas densas para el género del Bodegón, frutas y piezas que definen las metáforas sabiamente administradas por Reynaldo González. Entre atributos y anamorfosis, Hans Holbein el Joven será insertado en el texto, uniendo la deforme visión del más allá con la vida, para establecer el conflicto entre Humanismo Cristiano y Humanismo Pagano, para ampliar las relaciones entre arte y poder, diferenciando el significado de mentor y de mecenas.
de densidad alimentados por expresiones de la fuerza en el ágil y bello lenguaje de González.
Entre las Armas y las Letras, González genera una visión in- quietante sobre la teoría del genio de Platón, uniendo a Leo- nardo con Caravaggio, ensamblando pintura con música, esté- tica y misticismo que van concretando el programa iconográfico del libro, un libro para crear el secreto gabinete humanista. La fábula y las leyendas, Grecia y Roma, articulan un universo esencial del escritor, una torre de bronce presidida por el mito de Dánae, por los contenidos de Ovidio.
En El divino andrógino emerge el mito de Eros; entre el an- helo y el vuelo, el Deseo, motor para el Neoplatonismo, será el alimento del poeta-pintor, un ciclo para el gabinete reservado, para las transformaciones del cuerpo en nuevas formas que, desde Ovidio a Virginia Woolf, se enmarcan en la poesía y en la libertad. Las metamorfosis descritas en el pensamiento mítico, en Eros y en la Poesía, amplían la mirada y el deseo desde la soledad contemplativa, un proceso sobre lo divino y lo humano que se explica, ocasionalmente, entre la lucha y el itinerario húmedo. Desde Ganímedes llega el anhelo de la poética del vuelo, del encuentro entre hombres.
Las sinrazones de Piranesi narra un análisis de las vistas vene- cianas, escenografías veladas y horizontales, espacios escénicos unidos a los jardines de El Bosco. Al llegar ante Piranesi, un genio veneciano predecesor de lenguajes espaciales en la esce- nografía y en el cine, el lector circula con pasión. Las ruinas y las cárceles de Giovanni Battista Piranesi son protagonistas en este libro, se trata de bellísimas imágenes del inconsciente y del delirio alimentadas por luces y sombras que definen el laberinto de la mente. En Piranesi, las perspectivas de acción escénicas y el de- corado enfatizan el protagonismo del espacio como espejo del alma abismal. Humo de luz y de sombras para las atmósferas de la Isla de Próspero-Reynaldo.
El recorrido desde la androginia al hermafrodita, se explica en el David de Donatello, héroe andrógino evocado en Thomas Mann y en Visconti. Lo velado lleva a san Sebastián, alegoría de la Belleza elevada, cuerpo de ambigüedad apolínea. Ante lo bello y lo siniestro, el enigmático Baco de Caravaggio une lo dionisíaco con las aguas de Apolo que se imponen en Narciso y en sus espejos acuáticos, raíz de metamorfosis. Adonis-Se- bastián y Baco muestran la liberación y la redención del sufri- miento ante la luz del tenebrismo sombrío.
En este Libro de Luz, el claroscuro Barroco une el tenebrismo de Caravaggio con la Cueva de Platón, imponiendo la veracidad sobre la idealización. González enfrenta a Caravaggio con Ca- rracci, a Artemisia Gentileschi con Reni, para levarnos ante la luz narrativa, escenarios de luz y de sombras, dramas repletos
El último acto del libro lo protagoniza Velázquez: una corte vista por un pincel. González explica el valor del Ilusionismo, del cuadro dentro del cuadro en Velázquez, del libro dentro del libro en El Quijote.
Entre Cervantes y Calderón, ante los sueños, surge el Enigma como ideal eterno, luz fugaz narrada entre cada imagen descrita en este bello libro que encubre, desde un complejo lirismo, un entrecruzamiento de géneros magistral para evocar las Lágrimas de Eros.