EL CARRUSEL. LA FIESTA BARROCA FRANCESA

Autora: Esther Merino Peral

EL CARRUSEL

La Fiesta Barroca Francesa

© Esther Merino

© Sobre la presente edición: Ediciones Cumbres, 2016

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RESEÑA DEL LIBRO

Con el advenimiento del reinado de Luis XIV en la Fiesta Barroca surgió la denominación del Carrusel. Un término que escondía amplias connotaciones, simbólicas, emblemáticas y artísticas enraizadas en la tradición caballeresca, constituyendo una formula protocolaria esencial en la celebración cortesana, además de instrumento doctrinario institucionalizado a través del privilegiado cauce de las Artes Escénicas

Dicho elemento, sin embargo, no ha suscitado la atracción de los análisis historiográficos, ni la semiótica del vocablo, ni el personaje a quien se le atribuye su argumentación iconográfica e iconológica y uno de los mayores conocedores de la lúdica áulica francesa, Claude François Menèstrier, a quien, además, se le deben diversos tratados recopilatorios sobre la materia, que son el propósito de este trabajo, dentro de una empresa más amplia, de integración artística en el marco de la Historia del Espectáculo. 

 

PRÓLOGO A LA EDICIÓN

La Fiesta y el Espectáculo en la cultura francesa del siglo XVII se convierte en el contexto de gran parte de este riguroso y completo texto. Esther Merino Peral traza el mapa de la Fiesta italiana en los Espectáculos de la Francia del siglo XVII. El ballet y la ópera se nutren de los ideales humanistas, de la mitología y de la tramoya, para abordar el complejo entramado del Teatro y del Ballet que, desde la unión con la pintura, adentrándose en el lema ut pictura poesis, será sublimado en las fabricaciones–creaciones de Luis XIV, parte de ellas de raigambre homérica-artúrica, lograrán así la idea de arte total.

El hilo conductor del texto se centra en Ménestrier, humanista clave para poder abordar el papel de la Danza y del Carrusel, de los Torneos y las coreografías; Merino analiza con detalle el pensamiento complejo de un teórico clave para conocer las Artes Escénicas del siglo XVII. A su vez, los orígenes y bases de la escenografía enriquecen el significado y las aportaciones de las mutaciones y los montajes que definen la dimensión del Carrusel, configurado por combates de carros, máquinas, narraciones, danza ecuestre, carreras, justas, mascaradas, torneos, intermedios y banquetes.

En el texto de Ménestrier, coincidiendo con los humanistas italianos, se analiza e investiga la Antigüedad, dignificada y evocada; se citan los juegos circenses y la mitología; se menciona el origen délfico y olímpico del Carrusel, apoyado en los panegíricos de los héroes. Circe, en honor a Apolo, creo el Carrusel, el carro solar.

Las armas y las letras, las procesiones sagradas y profanas, los vicios y las virtudes, los Carros del Bien y el Mal, van definiendo los conflictos que serán ampliados por el carrusel de los cuatro elementos que, en mágica dialéctica-megalómana, destaca la determinación de la semiótica del vestuario. Al tiempo, la profesora Esther Merino, indica el papel de los Festivales acuáticos y el barco alegórico que, en paralelo al carro emblemático, se inscribe en el denominado Teatro de Rocalla, con césped y conchas, con espejos y surtidores, expresando la representación del agua en la escena, un universo creado en parte por Buontalenti.

El Carrusel es una Alegoría, una Apoteosis reveladora, una invención emblemática explicada por Ménestrier, indicando la importancia de la instrucción en decorados y en máquinas, máquinas móviles sabiamente diferenciadas de la decoración fija.

Una de las aportaciones destacada en el texto, en el marco de la magia maquinista, es la aportación del movimiento escénico en diagonal, novedad con respecto a la Antigüedad, favorecida por la perspectiva oblicua.

El concepto del Carrusel, unido a la alegoría, como variante del torneo, como combate entre carros alegóricos, representa además una galería imaginativa de animales en los carruajes e irá unido al camino, itinerario simbólico, enriquecido por las danzas que remiten, parcialmente, al Santuario de Delfos, a la lucha de la luz y de la oscuridad de Apolo frente a Pytón. Las valiosas coreografías explican la evolución desde las pantomimas romanas al ballet de Cour, al ballet des ballets, al himno a la belleza de los mitos que, impulsados por Lully, permite analizar la transformación, desde 1650, del personaje regio en favor de los abundantes elementos simbólicos.

En este contexto, los bailarines cristalizarán, en las figuras del Pantomimo, como los artistas de las danzas romanas emulan (Mímesis) las acciones de los animales y los movimientos (I Moti) de la naturaleza. La unión de la pintura y la danza resultan esenciales para Ménestrier, lema que recuperará Noverre en el siglo XVIII, ensalzando obras emblemáticas como El Cortesano de Castiglione y los estudios de Iconología de Ripa, pilares para la creación y comprensión de Les Plaisirs, analizados con detalle por Esther Merino para construir la imagen de Versalles y la metáfora del jardín, espacios vitales para explicar el valioso Teatro Rústico, Teatro de Rocalla para Ménestrier. El jardín se presenta como Teatro del Mundo y jardín alegórico, Edén, pieza clave para abordar la Escenografía Teatral y conocer al completo el vocabulario decorativo-simbólico que se van enumerando en esta obra de Merino Peral, que tiene como hilo argumental al Carrusel.

 

 

Eduardo Blázquez Mateos

(Universidad Rey Juan Carlos. URJC)

 


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MADRID- ESPAÑA